lunes, 16 de junio de 2008

Brassica oleracea italica

Confieso, yo hasta hace unos pocos años no sabía como era el Brócoli. Sabía que en las pelis americanas era lo peor que le podía pasar a un chaval, así que desde pequeño supuse que era una verdura. Evidentemente si el Brócoli fuera un tipo de chuletón los Kevin y Arthur de las series americanas no protestarían tanto a la hora de la comida.
Pero mi afán de superación imprudente me llevó a lanzarme a la maravillosa aventura del descubrimiento brocoliano (o brocolil; o brocolil salicílico cuando se usan sus propiedades contra la melopea). El Brócoli es una planta de la familia de las crucíferas. Una familia numerosa y poco avenida, de la que forman parte miembros de todo el mundo. Por una parte la coliflor, hermana del Brócoli (aunque resulta raro, ya que su madre y su "padre" eran blancos...y ya se sabe, no es por picar, pero hijo de blanco y blanca sale blanco... esto cobra especial relevancia al tener en cuenta que en el país de las verduras el butanero es verde...), el repollo, un primo hijo de verdura y ave, y el colinabo, otro primo crápula del que no hace falta hacer más comentarios.
Por otra parte la familia de las crucíferas tiene también parientes lejanos, como la col de bruselas, residente en Europa, y el brócoli chino, buen chaval, y verdura que combina perfectamente con el arroz.

Ya desde la infancia el Brócoli quiso ser alguien especial dentro de la familia de las crucíferas, por lo que decidió visitar a sus parientes...supongo que por esta época fue cuando yo lo conocí en aquella frutería de la calle Canalejas. Venía de polizón en una caja de nueces de california. Él, de San Francisco, pensó que esa sería su mejor manera de conseguir un pasaporte a Europa.
Yo tenía pensado comprar a su prima la coliflor, ya saben, degenéración de uno, pero entoncés el brócoli se me insinuó. "eh, pss, pss, atiende figura, que soy rico en vitamina C y E".
"Ajá!, pero qué me dices de tu contenido en fibra?" dije yo intentando zafarme de su agresiva maniobra.
Y entonces...entonces es cuando me conquistó. Abrio sus múltiples cabezas florales carnosas de color verde y me contestó: "mi fibra....mi fibra ¡¡¡es soluble!!!".
No pude más, uno no está preparado para tamaña maniobra de seducción, así que accedí, lo compré.
Aquella semana, a la que en un alarde de imaginación denominé "semana del Brócoli" es algo que no se me olvidará jamás: Brócolis salteados, Brócoli al limón, pasta con Brócoli, crema de Brócoli, ensalada de Brócoli, pizza de Brócoli, rollitos de Brócoli....aquello me abrió los ojos. Yo, acostumbrado a la postura del misionero, estaba descubriendo un nuevo universo de placer de mano de este pequeño amigo verde.
Pero no se le pueden poner puertas al campo...y el Brócoli había venido a España tan solo con una única misión, contactar a su prima la Col de Bruselas...y le perdí. Volví a la pasta con tomate, el pescado a la parrilla...y a veces...a veces la coliflor teñida de verde con salsa de guistantes...pero coliflor, coliflor al fin y al cabo!.

Poco más supe del Brócoli, tan solo lo que los medios de comunicación me contaban. Su prima la Col de Bruselas se vio atrapada en el conflicto territorial y fue reducida a menestra por no decantarse entre Flamencos o Valones, así que el Brócoli, solitario decidió buscar su propio camino, cabizbajo y se asentó en Italia donde desde entonces rige haciendo gala de su título heredado de conde latino: Brassica oleracea italica.
Jamás, jamás en la historia, un miembro de la familia de las crucíferas había llegado tan alto!. Enhorabuena compañero.

2 comentarios:

Paloma dijo...

Tu estás mu malamente... ay ay ay...
Jajaja

Anónimo dijo...

Como te aburres Kali, jajajaja

 
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